La forma serpenteante del edificio culmina con un volumen en voladizo que cierra uno de los grandes patios de manzana.
El jardín de los riad es un espacio amplio y luminoso. La blanca fachada, revestida con mortero monocapa, destaca en el fondo de la abundante vegetación. Los balcones cuadrados, recubiertos con acero oxidado y dispuestos de forma aleatoria, parecen grandes macetas en un patio andaluz.
La vegetación está cuidadosamente seleccionada para ofrecer un aspecto natural en contraste con la potente geometría del edificio. Los jardines cuentan con vegetación autóctona, lo que permite un bajo mantenimiento y garantiza que siempre presente el aspecto de un fresco vergel.