El porche de la vivienda es un espacio para la contemplación y el recreo, vinculado con la zona de estar visualmente y a través del uso los materiales.
Un sutil borde de metal alrededor del alero delimita el revestimiento de madera de bambú que sirve de techo ingrávido a este espacio de transición entre el exterior y el salón. La galería cubierta cuenta con un par de cómodas tumbonas desde las que apreciar el jardín mediterráneo que cubre el resto de la parcela. Este tipo de Xeropaisajismo, basado en una selección de plantas autóctonas adaptadas al clima, require una cantidad mínima de agua y mantenimiento. El pavimento de hormigón pulido del salón se extiende también al exterior, creando una continuidad de espacios con una estética industrial.
La proyección del forjado del salón, que se extiende en voladizo para cubrir esta zona, es un gesto que simboliza protección y cobijo. Su aspecto ingrávido se ve acentuado por las puertas correderas de suelo a techo que como si de una piel transparente se tratase, envuelven el acogedor salón con su chimenea de gas. La arquitectura enmarca perfectamente el paisaje gracias al uso de una carpintería de aluminio con perfiles empotrados que aportan un encuentro limpio entre materiales.