La fachada blanca del edificio muestra un carácter abierto, mediterráneo y minimalista. Tiene una forma sencilla, y una cubierta protectora cubre el porche, aportando una ilusión ingrávida y casi flotante con expresivo voladizo.
La casa se abre al suroeste para captar la vista de las montañas. Las ventanas esquineras rompen el volumen aumentando la ingravidez de la estructura. El porche se define por el voladizo y el suelo de hormigón pulido. El techo está protegido con paneles de madera de bambú, sólo interrumpidos por las sutiles luminarias empotradas.
En el lado opuesto se encuentra la piscina y el solarium, amparados por el cuerpo que alberga la barbacoa, este espacio disfruta del jardín y mantiene un nivel de privacidad óptimo.
El paisaje mediterráneo, con sus herbáceas y arbustos que consumen poco agua, es ideal para el exterior, ya que evita que la vegetación oculte la vista del horizonte. Los olivos, plantados estratégicamente para ofrecer sombra, completan el diseño del paisaje. Uno de ellos se sitúa en el patio interior, reforzando el concepto de vida en contacto con la naturaleza.