La circulación en edificios públicos es un factor crítico a considerar en el proceso de diseño. Definido de manera sencilla, el flujo es la forma en que las personas se mueven e interactúan con el espacio.
Este recorrido se puede convertir también en el emblema del concepto del proyecto e incluso influir en su apariencia externa.
La arquitectura y el comportamiento social tienen una relación directa e interdependiente. El comportamiento social moldea la arquitectura, al igual que la arquitectura puede influir en el comportamiento social.
Consideramos que la circulación puede dar lugar a interpretaciones creativas de la funcionalidad de un edificio. Comenzamos nuestro proceso creativo con la fase de anteproyecto. Durante esta etapa preliminar, llevamos a cabo diferentes estudios, observaciones y pronósticos para obtener un análisis preciso de la circulación. Primero, identificamos las necesidades del cliente desde una perspectiva a gran escala y las traducimos en una serie de espacios. Estos espacios posteriormente se agruparán de acuerdo a la similitud de sus programas y funciones.
Una vez que estos se categorizan, dibujamos diagramas zonales para estudiar las relaciones entre los mismos y desglosamos el programa de necesidades para pasar de la gran escala al detalle.
A partir de ahí, el ejercicio consiste en cómo podemos asignar los espacios y conectar áreas privadas y públicas. Este proceso requiere probar diferentes configuraciones hasta lograr crear una circulación eficiente, que combine la función y la forma del edificio.
El proyecto del Auditorio sin Doblez ejemplifica perfectamente este proceso proyectual de resolver la circulación de un edificio. En este centro de artes escénicas de Alhama de Murcia, la eficacia del proyecto responde a una diferenciación clara entre la circulación del público, los técnicos y los artistas.
El lado sur alberga el escenario del auditorio, área que está estrictamente destinada a la circulación de los técnicos para mantener la maquinaria oculta al espectador. La amplia área de carga de la parte trasera de la parcela se presenta discreta desde el resto de recorridos. Esta zona sur funciona principalmente como zona de acceso directo para los actores y personal, mientras en el lado norte, el auditorio se vuelca al bullicio de la plaza pública, las calles y los jardines. El vestíbulo, situado en la planta baja, da la bienvenida al público y conduce a la entrada del auditorio. Los espacios segregados se unen a través de transiciones naturales e intuitivas, como la percepción visual que aportan las rampas y la altura fluctuante del techo.
El Mercado del Ocho, un centro comercial en Lianyungang, plantea otra forma de circulación vinculada a la idea del proyecto. Los cinco bloques que constituyen el edificio están interconectados a través de una sutil distribución en forma de ocho. Las diferentes alturas de los paseos ofrecen una vista diagonal, mientras que las escaleras mecánicas conectan el flujo vertical.
Esta movilidad interna se emplea como una estrategia de mercadotecnia para que los clientes recorran largas distancias de forma ininterrumpida. Una exposición a tiendas y escaparates, así como una navegación interior prolongada se traduce en un recurso de venta en todo mercado. De esta manera la naturaleza intrínseca del proyecto dicta la forma correcta de conexión.
La circulación es un criterio esencial para la funcionalidad y el valor de un edificio, por eso ofrecemos un análisis exhaustivo que permita optimizar el espacio y facilitar una experiencia intuitiva a los usuarios.