Los colores nos rodean y tienen un poderoso efecto psicológico en nuestras emociones y comportamientos. Pero, ¿qué es el color, por qué lo vemos como lo vemos y cómo puede influir la arquitectura de color en nuestras acciones y emociones?
En su nivel más básico, el color es un tipo de luz con una longitud de onda específica. Cada color tiene una longitud de onda distinta y, cuando las ondas de luz se combinan, las percibimos como colores diferentes. Nuestros ojos contienen unas células especiales llamadas conos que son sensibles a las distintas longitudes de onda de la luz. Estos conos nos permiten percibir el color enviando señales al cerebro cuando detectan luz de una determinada longitud de onda.
Los efectos psicológicos del color
La teorización sobre el color y el efecto psicológico que produce se ha estudiado desde Goethe, quien sostenía que los colores no son simplemente el resultado de ondas luminosas de diferentes longitudes de onda, como se creía entonces. En su lugar, afirmó que los colores son el resultado de una interacción entre la luz y el ojo humano y que son creados por la mente.
En 2012, Andrew J. Elliot y Mark A. Maier propusieron su teoría del color en el contexto, explicando que los colores pueden tener diferentes significados y asociaciones dependiendo del contexto específico en el que se encuentran, y el contexto en el que se ve un color puede influir significativamente en cómo se percibe e interpreta.
En 2012, Mark D. Fairchild analizó en profundidad cómo se percibe el color el sistema visual humano y cómo puede aplicarse este conocimiento a la gestión y la comunicación del color en diversos campos creativos. Un concepto clave analizado en el estudio es la constancia del color, que se refiere a la capacidad del sistema visual para reconocer el color de un objeto a pesar de los cambios en las características espectrales de la fuente de luz. El estudio reconoce que la psicología del color es un campo de investigación complejo y polifacético.
Hay muchos factores que pueden influir en la forma en que una persona percibe el color y reacciona ante él, como sus experiencias personales, su bagaje cultural y su estado emocional en el momento de la percepción. Algunos investigadores se han centrado en los efectos fisiológicos del color, como los cambios en el ritmo cardíaco o la actividad cerebral, mientras que otros se han centrado en medidas más subjetivas, realizando encuestas de grupo. Por eso, aunque se ha avanzado algo en la comprensión de los efectos psicológicos del color, aún queda mucho por aprender.
Hay que tener en cuenta que el color puede tener significados muy diversos, y éstos pueden proceder de distintas fuentes, como fenómenos naturales (el azul se asocia a menudo con el cielo y el océano, mientras que el verde suele asociarse con la hierba y las plantas), significados comerciales (las empresas pueden utilizar colores específicos como parte de su marca para que sus productos sean más distintivos y fáciles de recordar), señales (avisos informativos para transmitir información o instrucciones importantes) o conexiones educativas (los colores pueden evocar determinados sentimientos y estados de ánimo en las personas).
En nuestro campo específico, el color es un componente expresivo en el diseño arquitectónico porque puede utilizarse para comunicar determinados mensajes, emociones y generar asociaciones en el usuario o espectador. Puede utilizarse para resaltar el carácter de un edificio y crear unidad y armonía, o puede emplearse intencionadamente para diferenciar el edificio y cargar o resaltar determinadas características. Diferentes colores pueden evocar distintas emociones y estados de ánimo, y esto puede afectar a la forma en que las personas se sienten cuando están en un espacio concreto. Por ejemplo, el uso de colores calmantes como el azul y el verde puede crear una sensación de tranquilidad, mientras que el uso de colores vibrantes como el rojo y el amarillo puede crear una sensación de energía y excitación.
El color tiene un valor tanto estético como funcional en la arquitectura, y también puede considerarse una verdadera necesidad humana. El uso del color puede mejorar el atractivo visual y la funcionalidad de un edificio, y también puede contribuir a la comodidad y el bienestar generales de las personas que lo utilizan, ya que sirve para diversos fines prácticos, como mejorar la eficiencia energética, señalar peligros o salidas y proporcionar indicaciones visuales para la guiar la circulación interior y exterior.
Arquitectura colorida, siempre
El uso del color en la arquitectura tiene una larga y variada historia, con diferentes culturas y épocas que tienen sus paletas de colores y preferencias distintivas. El color y el misticismo suelen estar estrechamente relacionados, ya que los distintos colores se asocian a diferentes conceptos y tradiciones espirituales y místicas. En muchas culturas y tradiciones espirituales, se cree que los colores tienen significados simbólicos y anímicos, y a menudo se utilizan para comunicarse con lo divino o acceder a estados superiores de conciencia.
En culturas antiguas como las de Egipto y Mesopotamia, los colores vivos como el rojo, el amarillo y el azul se utilizaban habitualmente para decorar templos y otros edificios públicos. Se creía que estos colores tenían un significado simbólico y religioso, y a menudo se utilizaban para representar escenas de la mitología y otros acontecimientos históricos importantes.
En las antiguas Grecia y Roma, el uso del color en la arquitectura era más restringido, con preferencia por el blanco y los colores pálidos, que se consideraban más armoniosos y nobles. Esta preferencia por los colores pálidos se debía en parte a la disponibilidad de materiales, ya que los antiguos griegos y romanos no tenían acceso a la gama de pigmentos y tintes que se utilizaban en otras culturas. Sin embargo, hubo algunas excepciones a esta preferencia por los colores pálidos, como el uso de colores vivos en mosaicos y frescos para representar escenas de la mitología y la vida cotidiana.
Durante la Edad Media, el uso del color se vio influido por el estilo gótico, que enfatizaba el uso de colores brillantes y vibrantes para resaltar la ornamentada decoración de las iglesias y otros edificios públicos, que a menudo se aplicaban a las esculturas, frescos y vidrieras.
En la era moderna, el uso del color en la arquitectura se ha visto influido por una amplia gama de factores, como las innovaciones tecnológicas, los cambios en la estética del diseño y la influencia de diferentes contextos culturales e históricos.
En la arquitectura moderna, el color se utiliza a menudo de forma coherente con la composición de espacios y formas, y es un elemento importante del diseño general de un edificio. Se utiliza para crear interés visual, expresar emociones y mejorar la funcionalidad de un edificio, y se tiene muy en cuenta como parte del proceso general de diseño. Este enfoque del uso del color contrasta con el del siglo XIX, cuando el color se añadía a menudo a los edificios como elemento decorativo y no siempre era coherente con la composición de formas y espacios.
A principios del siglo XX, Alemania estaba a la vanguardia del movimiento modernista en arquitectura y varios miembros de este colectivo avanzaron diferentes teorías científicas y artísticas sobre el color que tuvieron una profunda influencia en el movimiento moderno.
El término ‘Policromía arquitectónica’ fue acuñado por el arquitecto suizo Le Corbusier para describir un estilo arquitectónico que utiliza una amplia gama de colores en su diseño. En su libro «Polychromie Architecturale«, publicado en 1920, Le Corbusier sostenía que el color era un elemento esencial de la arquitectura y que podía utilizarse para crear interés visual, expresar emociones y mejorar la funcionalidad de un edificio.
Le Corbusier creía que el uso del color en la arquitectura debía guiarse por principios científicos, y desarrolló un sistema cromático basado en los colores del espectro y los efectos psicológicos que podían tener en el espectador. Sostenía que el uso del color debía basarse en un planteamiento lógico y sistemático, en lugar de basarse en la tradición o el capricho.
En la arquitectura mexicana, el color se utiliza a menudo como característica definitoria, y tiene una larga y rica historia que hunde sus raíces en su cultura indígena. Desde tonos vibrantes hasta matices más sutiles, el color ha desempeñado un papel importante en la arquitectura de México, y ha sido utilizado por arquitectos y artistas como Luis Barragán, Ricardo Legorreta o Mathias Goeritz.
La gestión avanzada del color, al detalle
Como hemos visto, el color en la arquitectura puede utilizarse para crear una amplia gama de respuestas emocionales diferentes en el espectador. Desde la felicidad y la alegría hasta la ansiedad y el miedo, el color tiene la capacidad de evocar una amplia gama de emociones, y puede ser una poderosa herramienta para arquitectos y diseñadores.
La iluminación de un espacio puede influir significativamente en la percepción del color, por lo que es importante tener en cuenta la intensidad y la dirección de la luz a la hora de elegir los colores. Los materiales utilizados en un espacio también pueden influir en la percepción del color, dependiendo de la textura, el acabado y la reflectividad de los materiales.
El diseño general de un espacio también es importante a la hora de diseñar con color, y es importante tener en cuenta el equilibrio, la proporción y el ritmo de los elementos de un espacio a la hora de elegir los colores. Un enfoque cohesivo y holístico del diseño es esencial para garantizar que el color se utilice con eficacia y genere el efecto deseado.
Existen varias técnicas y teorías que hay que tener en cuenta a la hora de aplicar el color a un edificio o trabajar en el diseño de interiores.
La constancia del color es un fenómeno en el que el color percibido de un objeto permanece relativamente constante a pesar de los cambios en las condiciones de iluminación del entorno. Esta teoría, propuesta por Akiyoshi Kitaoka, sugiere que el cerebro ajusta el color percibido de un objeto en función de los colores circundantes y las condiciones de iluminación. Al comprender cómo percibe el color el cerebro, los diseñadores pueden elegir colores que parezcan coherentes y cohesionados bajo distintas fuentes de luz (como la luz natural, la luz incandescente y la luz LED).
El contraste cromático sucesivo es un fenómeno en el que el color percibido de un objeto se ve afectado por los colores que lo rodean. Esto puede ocurrir cuando un objeto se ve muy cerca de otro objeto con un color diferente, o cuando un objeto se ve en un entorno con un color de fondo diferente al del propio objeto.
Al seleccionar materiales para la arquitectura, la dispersión, la polarización y la difusión pueden influir en cómo se percibe el color de los materiales.
La dispersión se produce cuando la luz se refracta, o se dobla, al atravesar un medio, como un prisma. Esto puede afectar al color percibido de un material al separar la luz blanca en sus distintas longitudes de onda, creando una gama de colores. Por ejemplo, un material con un alto índice de refracción, como el cristal, dispersará la luz con mayor eficacia, lo que dará lugar a un aspecto más vibrante y colorido.
La polarización se produce cuando las ondas de luz se alinean en una dirección específica. Esto puede afectar a cómo se percibe el color de un material al alterar la forma en que las ondas de luz se transmiten a través del mismo. La iluminación polarizada de espectro completo tiene las características de la luz natural y también se utiliza en interiores para reducir la fatiga visual.
La difusión se produce cuando la luz se difumina al atravesar un medio, como el aire o el agua. La percepción de los materiales puede verse afectada por este efecto en grandes espacios interiores o estancias con altos niveles de humedad.
En arquitectura, los materiales se utilizan de diversas formas para crear espacios funcionales y estéticamente agradables. Además de su aspecto natural, los materiales también pueden pintarse para crear un color o acabado deseado con tintes y pigmentos. Los tintes suelen ser solubles en agua y se utilizan para colorear telas, tejidos y otros materiales capaces de absorber líquidos. Los pigmentos, en cambio, suelen ser insolubles en agua y se utilizan para colorear diversos materiales, como madera, plásticos y hormigón.
Tanto los tintes naturales como los sintéticos y los pigmentos tienen estructuras moleculares portadoras de color que les confieren sus tonalidades específicas. Estas estructuras suelen estar formadas por compuestos químicos que absorben determinadas longitudes de onda de la luz y reflejan otras, lo que da lugar al color percibido del tinte o pigmento.
Los tintes y pigmentos naturales suelen proceder de plantas, animales o minerales y se han utilizado durante siglos para colorear diversos materiales. Algunos ejemplos de tintes y pigmentos naturales son el índigo (derivado de la planta índigo), el carmín (derivado de los insectos cochinilla) y el ocre (derivado de minerales de óxido de hierro).
Los tintes y pigmentos sintéticos, por su parte, suelen crearse mediante procesos químicos y presentan una gama de colores y matices más amplia que los tintes y pigmentos naturales. Algunos ejemplos de tintes y pigmentos sintéticos son los tintes de anilina (derivados del alquitrán de hulla) y el dióxido de titanio (un pigmento blanco utilizado habitualmente en pintura).
En los últimos años, la arquitectura y el diseño de interiores se han centrado cada vez más en un enfoque científico de la selección de colores. Una de las herramientas más utilizadas en este proceso es el espectrofotómetro, un aparato que mide el contenido espectral de la luz para determinar con precisión los colores y matices de materiales y superficies. Con los espectrofotómetros, los diseñadores pueden aplicar con mayor precisión y coherencia las teorías del color y crear paletas cromáticas coherentes y armónicas.
En el proceso de selección de un color también es importante contar con elementos para definirlo y cualificarlo. La teoría del color se basa en la rueda cromática, que es una representación visual de los colores primarios, secundarios y terciarios. Los colores primarios (rojo, amarillo y azul) son los colores fundamentales que no pueden crearse mezclando otros colores. Los colores secundarios (naranja, verde y morado) se crean mezclando dos colores primarios, mientras que los terciarios (amarillo-verde, rojo-naranja, etc.) se crean mezclando un color primario y otro secundario.
El matiz se refiere al color específico de un objeto, como el rojo, el amarillo o el azul. Suele utilizarse para describir la posición de un color en la rueda cromática. Un tinte es un color que se crea añadiendo blanco a un matiz, haciéndolo más claro y suave que el original. Un tono es un color que se crea añadiendo gris a un matiz, haciéndolo más apagado y tenue que el original, mientras que una sombra es un color que se crea añadiendo negro a un matiz, haciéndolo más oscuro y saturado que el original. Estos conceptos son importantes en la teoría del color, ya que se utilizan para describir y manipular las distintas cualidades del color para crear combinaciones y paletas de colores.
Los esquemas cromáticos más utilizados en el diseño y el arte son, entre otros, el monocromático (que utiliza diferentes matices y tonos de un mismo color), el complementario (que utiliza dos colores opuestos en la rueda cromática), el triádico (que utiliza tres colores espaciados por igual en la rueda para crear un aspecto equilibrado) o el análogo (que utiliza colores próximos entre sí).
La regla 60-30-10 es una pauta utilizada en diseño de interiores para crear paletas de colores cohesionadas y equilibradas. Según esta regla, una paleta de colores debe constar de un 60% de un color dominante, un 30% de un color secundario y un 10% de un color de acento.
El color dominante suele utilizarse para los elementos más grandes de un espacio, como las paredes o el suelo, y sirve como base de la paleta de colores; el color secundario se utiliza para elementos más pequeños, como muebles o accesorios, y ayuda a equilibrar la paleta general, mientras que el color de acento se utiliza con moderación y sirve para dar un toque de color e interés visual al espacio.
En la arquitectura y el diseño de interiores, los espacios de color (sistemas utilizados para organizar y representar los colores de forma estandarizada) sirven para comunicar y coordinar las opciones cromáticas entre proyectistas, proveedores y constructores. Al utilizar un espacio de color estandarizado, los arquitectos pueden especificar con precisión y coherencia los colores y matices de materiales y superficies, lo que ayuda a garantizar que el proyecto final sea coherente con la intención original del diseño.
Algunos ejemplos de espacios de color utilizados habitualmente en arquitectura son el RGB, basado en los colores de la luz, el CMYK, un sistema sustractivo utilizado en medios impresos, el Pantone, un sistema comercial estandarizado, o el RAL, una lista normalizada de correspondencia de colores utilizada habitualmente para pinturas, revestimientos en polvo y plásticos.
El uso del color en la arquitectura es una consideración importante, ya que puede influir significativamente en la estética y funcionalidad generales de un espacio. Comprendiendo los efectos psicológicos del color y aplicando un enfoque más científico a la selección de colores, los arquitectos y diseñadores podemos crear espacios coherentes y equilibrados, visualmente atractivos y funcionales.
Los arquitectos estamos preparados para afrontar los retos de la selección de colores en un proyecto gracias a nuestras habilidades artísticas y técnicas. Conocemos a fondo los principios de la teoría del color y sabemos cómo aplicarlos para crear interés visual e impacto en un espacio. Nuestra experiencia trabajando con diversos materiales y superficies, junto con el uso de las herramientas de visualización por ordenador, nos permiten testear los colores en diferentes entornos y condiciones de iluminación.
Por otro lado, nuestra experiencia en la gestión del proceso de construcción y ejecución de los proyectos nos hace conocedores de los retos y complejidades que entraña dar vida a un diseño en la realidad y somos capaces de coordinarnos eficazmente con constructores, contratistas y proveedores para garantizar que el resultado final sea coherente con la intención original del proyecto.