La doble piel que envuelve el edificio introduce vegetación en la fachada y genera una composición de líneas verticales que desdibuja el aspecto impersonal del muro cortina convencional.
El edificio público se concibe como un espacio al servicio de la ciudadanía, lejos de una institución que represente poder. La fachada aporta un carácter de cercanía al semejarse más a un edificio residencial que a uno industrial.
Desde el interior el efecto de las lamas verticales y la vegetación potencian el dinamismo de las plantas de oficinas diáfanas y crean un interesante juego de sombras.