El uso de lamas de madera de gran altura no sólo sirve para controlar la luz natural y la privacidad del interior, sino que también se convierte en un elemento icónico que compone el alzado exterior del edificio. El contraste de estas líneas verticales con la cálida iluminación interior caracteriza la inconfundible fachada de la vivienda.
El acceso al jardín se realiza a través de un conjunto de puertas de aluminio insertadas en la carpintería que cierra la fachada, formando un muro cortina de altura completa con doble acristalamiento. El espacio de la oficina, accesible a través de las escaleras, cuenta con una ventana abatible para proporcionar ventilación, que se integra en el muro cortina sin romper su forma.
El espacio bajo la escalera da acceso al patio, que se libera en forma de un jardín de estilo japonés. Este elemento se extiende hacia el paisaje en un gesto de bienvenida. El volumen en voladizo que da forma a la oficina de la planta superior se dispone perpendicular al cuerpo del dormitorio principal, lo que aporta privacidad a ambos espacios.
La vivienda tiene un lenguaje formal rotundo, pero la sutileza de los detalles y la elegancia de su carácter minimalista aporta un aspecto singular a su forma atrevida.