Los paisajes urbanos actuales son el resultado de los desarrollos arquitectónicos y urbanísticos de épocas anteriores. Con sus virtudes y defectos, son una parte permanente de la historia de cada ciudad. La destrucción y la construcción conducen a una diversidad urbana siempre existente, y cada vez que este hecho ha sido ignorado, la ciudad y sus habitantes han sufrido las consecuencias.
Las ciudades evolucionan y se adaptan a las demandas de la vida moderna a través de la renovación y transformación de espacios y lugares públicos, siendo fundamental también crear nuevos edificios que reflejen la esencia de la sociedad actual. El desafío sigue siendo el mismo que hace décadas: cómo construir y avanzar con una arquitectura contemporánea sin olvidar nuestra historia y patrimonio urbano.
Preservación e innovación
Cuando se trata de la renovación del tejido urbano, ciertas partes de la ciudad deben permanecer como un territorio «intacto» debido a su valor histórico. Mientras la adaptación de espacios y la innovación son necesarias, la protección de lo existente requiere políticas conservacionistas. La naturaleza de este marco normativo es difícil de ajustar para que no afecte a la diversidad urbana.
Mientras la preservación de los valores históricos de una ciudad es algo que debe siempre promoverse, una política excluyente puede dar como resultado aspectos negativos a largo plazo, amenazando la continuidad de la dinámica natural que mantiene una ciudad viva. La controversia de este debate constante entre homogeneidad y diversidad radica en la complejidad y número de sutiles variables que pueden llegar a definir la política conservacionista en cuestión.
Creemos que existe un equilibrio capaz de congeniar una arquitectura creativa, actual y contemporánea que acentúe y respete los valores históricos de la ciudad. Esto contribuye a la evolución natural del tejido urbano y la satisfacción simultánea de las necesidades urbanas actuales. Este equilibrio tiene consecuencias que están directamente relacionadas con la creación de valor, y en último término, con una rentabilidad que garantiza la dinámica de la evolución urbana. La ciudad diversa es atractiva y concentra actividad que se traduce en una economía sostenible.
Este enfoque es aún más plausible cuando pensamos en las oportunidades que brindan los recursos tecnológicos. Los nuevos materiales y métodos de diseño arquitectónico nos permiten acortar la brecha entre innovación y preservación. El análisis de datos y parámetros urbanos en tiempo real permiten realizar simulaciones y generar una gran variedad de opciones que permiten entender el alcance y transcendencia de una propuesta arquitectónica. El trabajo multidisciplinario es esencial para proporcionar nuevos conocimientos y desarrollar nuevos edificios que creen valor sin ignorar la arquitectura existente.
Vivimos en tiempos de cambios significativos y constantes, y sabemos bien que ningún paisaje urbano puede cambiar tan rápido como las tecnologías, los mercados y las tendencias. Debemos aspirar a la innovación pensando siempre en lo que queremos que nuestras ciudades sean a largo plazo. Para ello nuestra filosofía consiste en permanecer fieles a los principios de diversidad que han dado forma a tantos centros urbanos magníficos y únicos que permanecen vivos gracias a la interacción constante de sus ciudadanos.