El diseño se considera a menudo un aspecto cualitativo de un proyecto arquitectónico, sin embargo, bajo el prisma del mercado de los bienes raíces este particular aspecto abre un abanico de posibilidades también en términos cuantitativos. Los estudios demuestran que determinadas consideraciones estéticas son claves a la hora de aumentar la rentabilidad de una promoción.
El mercado inmobiliario siempre es fluctuante y variable y por eso el rendimiento de las inversiones se basa en estrictos criterios de valor. El ajuste y revalorización de los activos es la clave para aumentar el precio, lo que supone mejorar la funcionalidad, durabilidad y el aspecto de los edificios a largo plazo.
Compradores e inversores son meticulosos a la hora de encontrar el particular potencial que pueda generar rentabilidad en una propiedad, y es que los activos inmobiliarios son un motor de crecimiento y una protección contra la inflación. Aquí es donde el diseño juega un papel importante en el valor de mercado de las propiedades, ya que el impacto positivo no es una mera cuestión estética, sino un factor ambiental, emocional y social.
En el ecosistema urbano, ciertos barrios destacan sobre los demás, combinan un carácter singular y atractivo que los diferencian del resto. El equilibrio entre estética y funcionalidad a la hora de definir un espacio urbano es la clave para comprometer su desarrollo futuro a nivel económico y de bienestar colectivo.
Una encuesta de la empresa británica de estudios de mercado MORI encargada por CABE mostró que el 72% de los encuestados percibían un incremento del valor de las viviendas que destacaban por un diseño singular y de autor, independientemente de otros criterios. Respecto a los factores a tener en cuenta para elegir una propiedad, los encuestados destacaron los siguientes en orden descendente: ausencia de delincuencia (59%), durabilidad (56%), seguridad estructural (45%), bajo mantenimiento (41%) y eficacia energética (35%).
Por otro lado, un estudio de la Universidad de California en EEUU en base a encuestas realizadas a nuevos propietarios de viviendas, demostró que la fachada, el exterior y los alrededores son los elementos que más contribuyen a identificar la edificación como un hogar. De nuevo las cuestiones estéticas y el carácter ambiental propio de una ubicación específica son capaces de atribuir aspectos emocionales como el sentimiento de pertenencia a un lugar y la sensación de formar parte de una comunidad.
La participación ciudadana es la clave de la evolución de un espacio urbano, y es lo que genera un sentido de apego al territorio, a través de la acción directa y la personalización del espacio. El diseño tiene un impacto psicológico en transmitir ese carácter, por eso es un criterio fundamental en la compra venta de bienes inmuebles.
El valor emocional que transmite el diseño a menudo se infravalora, sin embargo, utilizado adecuadamente constituye uno de los elementos más asequibles para revalorizar una propiedad y generar un impacto positivo y rentable.