El tiempo y el diseño son dos términos mutuamente excluyentes que a menudo se desvanecen en el panorama del mercado de la arquitectura actual. Es una cuestión que aparece con frecuencia de la mano de la revolución tecnológica, cuyo impacto a la hora de ofrecer resultados rápidos, está provocando expectativas inesperadamente altas por parte de los clientes.
Desde el punto de vista del promotor, es de suma importancia que el arquitecto ofrezca la solución de proyecto más adecuada, rentable y efectiva en un abrir y cerrar de ojos. Es una expectativa plausible porque siempre existe un ingrediente de urgencia en cualquier inversión, pero lo que la mayoría de los clientes pasan por alto es el hecho de que la calidad de un proyecto es directamente proporcional al tiempo empleado.
Uno de los desafíos más importantes a los que se enfrenta cualquier empresa de arquitectura es lograr que el cliente confíe en el equipo y que éste sea capaz de administrar sus expectativas. La arquitectura es una disciplina con criterios rígidos y flexibles, una ecuación de creatividad y técnica cuyas variables lleva tiempo despejar y que requiere un método de ensayo y error para descifrar el mejor resultado y el más factible. Veamos cinco razones por las que el tiempo dedicado a la redacción de un proyecto se convierte en un valor a largo plazo.
Creatividad
En primer lugar, es esencial comprender que el valor de una promoción está asociado a una arquitectura única, lo que requiere creatividad, y por lo tanto investigación y desarrollo. En este sentido, la calidad es proporcional al tiempo empleado en el proyecto. Fomentar el proceso creativo de un equipo con talento supone proporcionarles las herramientas adecuadas para nutrir sus ideas y brindarles tiempo para procesarlas y experimentar con ellas.
Control de calidad
La calidad de un proyecto está asociada a la coordinación de sus partes y su ajuste con la realidad. Este proceso se consigue a través de iteraciones, modelos y simulaciones. Si bien la tecnología ayuda a disminuir errores de cálculo y diseño, los datos que integran un proyecto de arquitectura son siempre gestionados por personas y la calidad del resultado depende de su dedicación.
Precisión
La definición de un proyecto se incrementa de forma exponencial a lo largo de su desarrollo. La introducción paulatina de sistemas, materiales e instalaciones supone una tarea de precisión, tanto a nivel espacial como técnico. Aspectos como el cálculo de mediciones y presupuestos llegan a un nivel máximo de complejidad en las últimas fases del proyecto. El promotor deberá ser paciente si quiere una estimación de costes fiel a la realidad.
Medios
Cada aspecto concreto del proyecto requiere una herramienta diferente para ser desarrollado. La definición de un proyecto a través de plantas, alzados y secciones no es suficiente para garantizar la calidad de la ejecución. Las visualizaciones tridimensionales, maquetas y prototipos permiten tomar decisiones de diseño acertadas, y merece la pena emplear recursos y procesos para ponerlas en práctica.
Comunicación
El objetivo último de un proyecto es instruir a un equipo humano la realización de una obra. La comunicación entre los agentes involucrados en el proceso (promotores, inversores, administración, consultores, constructores, comunidades y ciudadanos) es un pilar fundamental del éxito de cualquier desarrollo. Dedicar tiempo a transmitir el valor y los detalles del proyecto supone preparar una documentación clara, precisa y fácil de comprender.
Creemos que la calidad de un diseño es lo que refleja el verdadero potencial de una empresa. La arquitectura es un campo que requiere un tipo particular de creatividad y experimentación para generar ideas inspiradoras y convincentes.
La combinación de un método único, un equipo altamente motivado y la dedicación adecuada es el mejor caldo de cultivo para generar una arquitectura extraordinaria.