La fachada principal del edificio cuenta con tres pisos de altura, sobre los cuales emerge una última planta retranqueada sobre el plano del frontispicio. La combinación del vidrio y las sutiles divisiones geométricas de las ventanas y los balcones crean una cambiante danza de luces y sombras a medida que avanza el día.
Los balcones más grandes presentan una barandilla enrasada más tradicional, que contrasta con la precisión geométrica de los balcones acristalados. La elegante arquitectura reúne estos dos tipos de aberturas y miradores para esculpir el sólido bloque pétreo del volumen.
Los escaparates del local comercial situado en planta baja sintonizan con la composición de la fachada, y continúan las proporciones y alineaciones de los huecos, matizando las aberturas correspondientes a los balcones con un material naturales de color más oscuro. Este sutil gesto le da al edificio un acabado bicolor, pero ayuda a establecer su identidad en un entorno donde cualquier otro edificio parece indiferente.