El contextualismo en arquitectura se refiere a la relación visual de un edificio con su entorno. De este modo, la arquitectura se entiende como una unidad entrelazada dentro de un tejido urbano.
La interconexión de estas unidades entabla un diálogo sobre la cultura, el tiempo y la historia de un lugar. El contexto crea un ambiente donde los recuerdos de un lugar se agregan colectivamente.
En una visión retrospectiva, una arquitectura con contexto es la interpretación del arquitecto sobre los antiguos recuerdos que se entremezclan con los nuevos. El contexto en sí es la documentación física de un conjunto significativo de valores. Las influencias contextuales pueden ser referencias culturales, estilos tradicionales o los edificios existentes.
Los proyectos arquitectónicos cambian continuamente a medida que diferentes interpretaciones se fusionan en la investigación colaborativa del entorno. En este sentido, en AQSO trabajamos por conseguir una fórmula correcta, equilibrando la lógica y el arte para producir una arquitectura pragmática e innovadora.
La arquitectura se mezcla con el paisaje. Las características del paisaje natural incluidas en un proyecto influyen ampliamente en cómo se verá la función y la forma del edificio. De este modo, una edificación proyectada para un terreno llano difiere por completo de aquella pensada para una parcela en pendiente.
La zonificación es otro criterio esencial. Las áreas de conservación urbana generalmente restringen la construcción de edificaciones nuevas en lugares históricos a fin de preservar su carácter ambiental. Estos proyectos suelen asumir un conjunto de directrices, una ordenación o normativa configurada para controlar y preservar el contexto local. En estos casos se promueven los proyectos de conservación y adaptación del patrimonio.
Las referencias culturales también tienen una relación directa en el contexto, y algunas veces la arquitectura interpreta estas reseñas introduciendo un nuevo lenguaje. Este cambio en el contexto no solo cumple su función en un nivel estético, sino que supone una modificación simbólica de las tradiciones del pasado. La arquitectura es por tanto un catalizador para el cambio.
Una arquitectura sin contexto además se puede usar también para establecer nuevas tendencias, estilos y lenguajes, no solo en lo visual, sino también como parte de estrategias sostenibles, por ejemplo. El poder de la arquitectura, cuando se usa para el bien común, inspira un impulso de crecimiento, progreso y reactivación. Muchas personas pueden resistirse inicialmente al cambio, pero cuando se comprueban los beneficios, este tipo de cambios tienen buena acogida.