Atrás quedaron los días en los que el vestíbulo de los hoteles era solo un espacio de transición entre el ámbito exterior a la habitación de los huéspedes. La recepción es ahora un centro social, el corazón y el epicentro de un hotel.
Gracias a la tecnología, los huéspedes y viajeros en general están cada vez más informados, y buscan algo más sustancial que la comodidad que puede ofrecer una habitación agradable. El usuario que demanda alojamiento pide cada vez menos la garantía que ofrece una cadena hotelera, siempre consistente en su servicio y tipo de hotel en cualquier localización y busca por el contrario nuevas experiencias: la interacción social y la participación de la cultura local.
Airbnb generó un gran revuelo cuando irrumpió en el mercado con un nuevo modelo competitivo con el sector hotelero tradicional. Su estrategia comercial bidireccional ha demostrado ser rentable, ya que fue diseñada para ofrecer a los huéspedes una muestra de la experiencia local mientras que los anfitriones obtenían ingresos pasivos a través de sus propiedades.
A medida que Airbnb se posiciona como una amenaza para la industria hotelera, el sector ha reaccionado y está dispuesto a superar el desafío. Por un lado, las cadenas hoteleras han adaptado su modelo de negocio para retener a sus clientes habituales, mientras introducen cambios para atraer a un público más joven. El concepto de vestíbulo social ha demostrado ser una de las soluciones.
Los hoteles tienen la ventaja de disponer de espacios públicos, cosa que las propiedades de Airbnb normalmente no pueden ofrecer. La industria hotelera puede por tanto compensar el déficit de experiencia social con un espacio de comunidad que atrae a este tipo de nuevos clientes.
Los huéspedes son el alma de este sector. El vestíbulo social del hotel es un espacio diseñado para atender las necesidades de cada grupo demográfico. Debe encapsular completamente la marca del hotel y traducirla en una experiencia. Los huéspedes que tienen más probabilidades de acceder al espacio quieren sentir la sinergia, la energía y la atmósfera del hospedaje.
Ciertos fundamentos de diseño interior como son la iluminación y la acústica se modifican y optimizan en este espacio común para enfatizar en el aspecto social. La iluminación acogedora de los restaurantes se integra en el diseño flexible de la entrada y las zonas de espera, se añaden cafeterías y se combinan con zonas de estar y espacios de trabajo. La recepción contemporánea prescinde los viejos mostradores que imponen una barrera entre el personal y los huéspedes y los reemplazan con hosts listos para interactuar en cualquier lugar del vestíbulo.
Los espacios abiertos y las salas no sirven solo como zonas de encuentro, espera o reunión esporádica, sino también lugares polivalentes para trabajo. De este modo el lobby del hotel se convierte en un destino, un espacio abierto con conexión Wifi diseñado para la interacción social, el disfrute y por tanto la experiencia.
La política de puertas abiertas que ofrece este tipo de vestíbulos representa un verdadero desafío en cuanto a la superposición de tipos de usuarios y flujos de circulación. Los huéspedes, los clientes del restaurante y los visitantes esporádicos pueden moverse libremente por este espacio común, lo que requiere que el diseño del espacio ofrezca un sentido de orientación y libertad intuitivo a través de elementos como muebles, materiales, umbrales y alturas del espacio.
El concepto de vestíbulo social del hotel es más que una mezcla inteligente entre tecnología, arquitectura y marketing. La rentabilidad de este modelo de negocio consolidado en el tiempo reside en las conexiones y la interactuación que se forja en los espacios públicos y los lugares de encuentro entre los huéspedes, lo que realmente constituye la experiencia personal de alojarse lejos de casa.