Entre los indicadores de confort a tener en cuenta a la hora de diseñar un espacio, el impacto del ruido generalmente se pasa por alto. La exposición a un nivel de ruido por encima del recomendado puede tener consecuencias adversas sobre la salud de una persona en términos psicológicos y fisiológicos.
Nuestros oídos no se deben exponer a más de 85 dbA (decibelios) de ruido durante un máximo de 8 horas al día, con un tiempo de recuperación de al menos 10 horas a 70 dbA o menos el resto del tiempo. Unos niveles altos de contaminación acústica pueden generar trastornos del sueño, dificultades de concentración, estrés elevado, ansiedad e incluso hipertensión.
Nuestro estilo de vida actual y la naturaleza de nuestras ciudades constituyen una fuente constante de ruido. Sin embargo, la arquitectura puede diseñarse para reducir la exposición a la contaminación acústica y proporcionar espacios donde el sonido constituya un elemento más de comodidad. Para considerar una arquitectura contra el ruido tenemos primero que comprender los principios físicos que rigen la propagación del sonido, y entender cómo aislar y acondicionar un espacio adecuadamente.
La reducción de sonido se refiere principalmente a distanciar la fuente de éste o bloquear su propagación en la medida de lo posible. Esto se consigue con una distribución espacial adecuada, capaz de tener en cuenta usos y mecanismos que funcionan como barrera, así como la elección de materiales óptimos que proporcionan la masa requerida para extinguir el impacto de las ondas.
La absorción acústica de los acabados se utiliza para contener los ecos y reverberaciones del sonido. Esto aporta unas condiciones adecuadas de confort interior y además pueden servir para reducir la contaminación acústica exterior. Materiales como telas, los falsos techos porosos, paneles micro perforados o cajas de resonancia son formas eficientes de acondicionar acústicamente un interior.
Para evaluar soluciones acústicas en nuestros proyectos, hemos incorporado una serie de consideraciones básicas en nuestro método de trabajo.
Localizamos fuentes significativas de ruido durante los levantamientos e inspecciones iniciales del emplazamiento del proyecto.
Estudiamos los sistemas constructivos para garantizar que los muros, paramentos interiores y carpinterías estén diseñados para reducir el impacto del ruido y en la medida de lo posible, utilizamos elementos del paisaje para crear barreras naturales.
Implementamos técnicas de diseño y simulaciones que mejoran las condiciones acústicas durante el proceso de planificación del espacio.
Especificamos los acabados y materiales que conforman el diseño interior de un espacio de modo que sirvan para controlar la propagación del sonido y mejoren las condiciones de confort del espacio.
El impacto del ruido y los problemas acústicos pueden convertirse en aspectos muy difíciles de resolver si no se han tenido en cuenta durante el proceso de diseño. Como arquitectos, tenemos un compromiso fundamental por ofrecer soluciones que tienen en cuenta este aspecto sensorial de los espacios que proyectamos.