La fábrica de ladrillo en el contexto arquitectónico se refiere a la construcción de edificios o estructuras con ladrillos, bloques rectangulares de arcilla, pizarra o una mezcla de estos materiales, que se cuecen en un horno a altas temperaturas para producir un material de construcción resistente y duradero. Consiste en colocar ladrillos siguiendo un patrón para crear muros, arcos y otras estructuras.
El proceso de construcción con ladrillos suele consistir en colocarlos sobre un lecho de mortero, una mezcla de agua, arena y cemento que actúa como pegamento para mantener unidos los ladrillos. Los ladrillos se colocan en hileras, cada una de las cuales se solapa ligeramente con la inferior. Las hiladas suelen estar separadas por una junta, que es una fina línea de mortero que ayuda a distribuir uniformemente el peso de los ladrillos y a evitar que se formen grietas.
El ladrillo es un material de construcción duradero que se ha utilizado durante siglos. Es resistente al fuego y a la intemperie, y puede soportar el desgaste del uso diario. Cuando se construye correctamente, el ladrillo es fuerte y capaz de soportar cargas importantes. Además de sus ventajas prácticas, el ladrillo es también un material estéticamente agradable, que puede fabricarse con materiales locales y que, cuando está expuesto o a cara vista, aporta calidez y carácter a los edificios.