Aunque la arquitectura abarca tamaños muy diversos, las escalas y las proporciones siempre se ajustan a una medida que es invariable, la de las personas. El tamaño del proyecto condiciona el enfoque y la capacidad de abstracción necesaria para resolverlo, por lo que el salto en escala supone un salto de disciplina, como ocurre con la arquitectura y el urbanismo.
Si la escala humana es el modelo de desarrollo, la ergonomía en arquitectura juega un papel importante para que las personas puedan desarrollar en ella procesos adaptados a sus necesidades. Cuando en un edificio se concentran tantos habitantes como en una ciudad, la organización arquitectónica se ve alterada para ajustarse a la actividad de sus ocupantes.
De la misma forma que las ciudades a veces se personalizan y se reiteran simultáneamente sin ser pensadas, como ocurre con la diversidad de un bosque que se desarrolla naturalmente, la arquitectura no puede imponer un orden estricto cuando sobrepasa la escala que le corresponde; el edificio no puede comprometer su ergonomía por un delirio de grandeza.